La voz:
Os digo que esperáis la venida y ciegos ha de daros luz a vuestros ojos pues no reconocéis a quien a vuestro lado mora y que en vuestra casa solo entra si deseáis su venida.
Volvéis a esperarle con la espada como vosotros solo la entendéis, esperáis llegar a uno siendo el padre y el espíritu y reconocerle por encima de espectáculos y ejércitos.
Qien tenga ojos para ver que vea, que no nace pobre pero con auténtica simpatía comparte con estos y elije a éstos. Él último, el difamado, el perseguido, el tentado, y aún no lo conocéis. Cada vez mora mas junto a vosotros y seguís ciegos. ¿Esperáis al hombre y no a vuestros espíritus?. Viene a resucitar a “los muertos” y a situar a cada uno donde le corresponde por las bienaventuranzas. Judgará a vivos y muertos y su reino fín no conocerá. Viene a llamar a la hoja hoja a la tinta tinta a la piedra piedra.
¿Está derrumbando el mundo y aún no lo conocéis?. Solo los sordos dejan de oírle y los muertos vivirán de su palabra. ¿Y aún no le véis?. Está cerca de tí, pero su reino no alcanza palacios,las escaceses no las valora y no mora en tí, hasta que escuches su llamada. Déja de imaginar mundos celestiales y abre tu alma.
No distingues su voz si no distingues la blasfemia de la palabra. Lo estimas como el mas débil de los hombres y por ello no quieres oír para ver.
Te cuesta creer que el solitario sea portador de la verdad. Nada aprendiste y repites la historia buscando materiales fuertes o escasos.
Buscas poder y no aprecias el ejército a tu lado. Un ejército cuyo filo de espada, da la espalda a la gran batalla presentada que en realidad es un espejismo.
A quien buscas no es al general . Lo distingues pues es el ejército al completo. Recuerda sus palabras y predicciones y verás después de escuchar.
No esperes pues ya está aquí.
Una mujer de entre las serpientes que guardarán su verguenza cubríendose para su poca honestidad y dignidad mantendrá la estirpe y clausurará el del nido de vívoras autodestructivas.
Os digo que esperáis la venida y ciegos ha de daros luz a vuestros ojos pues no reconocéis a quien a vuestro lado mora y que en vuestra casa solo entra si deseáis su venida.
Volvéis a esperarle con la espada como vosotros solo la entendéis, esperáis llegar a uno siendo el padre y el espíritu y reconocerle por encima de espectáculos y ejércitos.
Qien tenga ojos para ver que vea, que no nace pobre pero con auténtica simpatía comparte con estos y elije a éstos. Él último, el difamado, el perseguido, el tentado, y aún no lo conocéis. Cada vez mora mas junto a vosotros y seguís ciegos. ¿Esperáis al hombre y no a vuestros espíritus?. Viene a resucitar a “los muertos” y a situar a cada uno donde le corresponde por las bienaventuranzas. Judgará a vivos y muertos y su reino fín no conocerá. Viene a llamar a la hoja hoja a la tinta tinta a la piedra piedra.
¿Está derrumbando el mundo y aún no lo conocéis?. Solo los sordos dejan de oírle y los muertos vivirán de su palabra. ¿Y aún no le véis?. Está cerca de tí, pero su reino no alcanza palacios,las escaceses no las valora y no mora en tí, hasta que escuches su llamada. Déja de imaginar mundos celestiales y abre tu alma.
No distingues su voz si no distingues la blasfemia de la palabra. Lo estimas como el mas débil de los hombres y por ello no quieres oír para ver.
Te cuesta creer que el solitario sea portador de la verdad. Nada aprendiste y repites la historia buscando materiales fuertes o escasos.
Buscas poder y no aprecias el ejército a tu lado. Un ejército cuyo filo de espada, da la espalda a la gran batalla presentada que en realidad es un espejismo.
A quien buscas no es al general . Lo distingues pues es el ejército al completo. Recuerda sus palabras y predicciones y verás después de escuchar.
No esperes pues ya está aquí.
Una mujer de entre las serpientes que guardarán su verguenza cubríendose para su poca honestidad y dignidad mantendrá la estirpe y clausurará el del nido de vívoras autodestructivas.
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