Cuando es la inteligencia la que combate evidentemente es batalla de bien y mal.
No ha lugar a otra.
La intención no parece ser de vida, muerte o energía y alimento.
Demasiado simple para ser cierto .
Hambre,¿si no se juega el cuerpo, lo material?
Depredación o mala intención.
¿la envidia es depredación?
¿el abuso es depredación?.
¿El odio?
Entonces ...por qué los cobardes, mayoría en el mal , depreda siempre al mas débil.
El león hace mal o ¿es cobarde dentro de las necesidades de su especie?
No se mide con la víctima a la hora de depredar, busca debilidad y comodidad.
Cuantas veces la envidia pervive frente a el triunfo de abuso por parte del envidioso al envidiado.
Dejándole sin energías para vivir , aun así pervive el odio
Familias contra familias.
La causa bíblica fundamental es la envidia y ésta es muy propia de la piel de toro.
Acaso el envidioso ¿no realiza su ritual al destruir a su víctima?. El sentimiento y la intención no se difumina ni con la muerte de la víctima.
Materialismo . El lastre de muchos nuevos ¿buscadores de la espiritualidad?.
¿Cómo actuaría un espíritu incorpóreo que envidiase a un ser espiritual y material?.
El engaño.
Como el veneno es la forma del débil ante el poderoso.
Son veneno.
Si no se alejan o expulsan estos espíritus, la guerra sí que está perdida.
El exorcismo es el arma. El resto es dar puñetazos en el aire.
Así mismo la conversión es necesaria. Por lógica.
¿El odio muere o muy a menudo se mantiene generacionalmente?.
La víctima genera ansiedad. Doblar las rodillas es el premio energético del envidioso odiador, la muerte nada genera sino deja con un golpe en las narices, si esta no ha sido humillante.
No, no mezclen amor con odio. Creada por el mal es popularizar esta mezcla
¿Acaso la mujer despechada amó realmente alguna vez?.
Mientras quien no obtuvo, entonces, correspondencia pudo haber recuperado su estima con el tiempo si realmente quiso.
No nos engañemos amor - odio, prueba como sufrimiento no es selección ni superación.
Hay poderes enfrentados.
La percepción innata , del bien y el mal como árbol que da fruto, frente a la trasgresión del orden natural por capricho que genere una identidad diferente.
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